ENTRE VINOS, RISAS Y CARCAJADAS I
¡Miró en su agenda!, quince días para sin lugar a dudas iba a ser el mejor día de su vida “su boda”: ¡Todo estaba ultimado!, las últimas confirmaciones de asistencias llegadas desde Berlín, Canga de Onís y Chicago. Amigos y familiares se disponían a acudir a la unión de dos personas maravillosas. Él, en estos últimos días apenas tenía tiempo para descansar, deambulaba por el despacho como flotando en una nube, su teléfono no para de sonar, atendía a su madre e iban confirmando las habitaciones reservadas en los mejores hoteles de la ciudad para sus amigos y familiares que llegarían desde otros lugares del mundo. “Pensó” tengo que ir al sastre a recoger mi traje, pero no obstante se lo recordó una alarma en el teléfono móvil. Esa tarde cuando salió del despacho de archivar las últimas copias de los poderes notariales, volvió a sonar su móvil, “y era Luis, su mejor amigo de la facultad, lo llamaba para saber si tenía un hueco en su agenda, para quedar y tomarse unos vinos y recodar “