LA MONTAÑA Y LAS SETAS
La Montaña siempre sabe guárdame
el secreto y sus árboles, siempre me dan el aire puro que necesito.
Ayer sin querer me contagie de tu
silencio, de tus colores, de tu energía, gracias, siempre me haces reaccionar,
me calmas sin querer me das paciencia.
Nunca antes consideré al Otoño
época de renacer, pensaba que solo eso era en Primavera ¡ilusa de mí!
Observaba como una niña pequeña,
la magia que envuelve a los árboles en la Naturaleza; hoy recordaba mi paseo por
la Selva, igual que ayer, me avisó que tengo que parar y salir de un laberinto
que empecé haces unos días, bueno un poco más.
Es difícil esto de las emociones
y es difícil saber porque sin querer empiezas a pensar en alguien, luego a
sentir y más tarde sin querer ya estás atrapada en una historia que no tiene ni
“pies ni cabeza”.
Ayer me dijo la Madre Naturaleza
que las setas nacen sin ser vistas, camufladas entre las hierbas silvestres y
las hojas caídas de los árboles.
Algunas de las setas son
venenosas y otras no lo son, el caso es que todas son especiales y bien
bonitas, personalmente me llaman mucho la atención.
El amor a veces nace como las
setas sin avisar, pero a veces nace de una ilusión, de un juego de niños que
les gusta jugar juntos, en definitiva estar juntos pero a veces ese amor es
como una de las setas que no se puede probar porque es letal.
Ayer también pude ver como
estaban los castaños en flor, los nogales llenos de frutos en definitiva
observé el otoño en su esplendor.
Mientras paseaba los árboles me
avisaron que no tendría noticias tuyas durante un tiempo, que has retrocedido y
no quieres seguir caminando hacia La Maroma, que te da miedo sentir algo más por ella y puede ser verdad,
la naturaleza nunca miente…
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