"CON MI MOCHILA , EN EL CAMINO"
Hace unos cuantos años, no muchos inicié con una buena amiga el “Camino de Santiago”, bueno nuestro particular camino, llenos de sendas y de recorridos iguales que para el resto de los peregrinos y distintos porque cada cual lo vive de una manera distinta pero todos coincidimos en algo “es una experiencia única e irrepetible” “no logras entender “ ¿qué es el camino?” hasta que tú mismo lo has experimentado en tu sudor, en tu piel, en tu superación personal.
Cada vez que nos reunimos o nos encontramos mi amiga y yo, acabamos hablando de nuestra experiencia juntas en el camino, mi buena amiga me comentaba hace unos días “que era para escribir un libro”; Cierto es, fueron pocos días pero completos: “Un buen día de aquel verano iniciamos nuestro camino en tierras galegas con nuestras mochilas (la de la vida) cargadas de dudas, miedos, y un montón de cosas que ocupaban mucho sitio en nuestra mente.
Cada día en el camino, nada es lo que parece, aún cuando tú programes llegar a una cierta hora y pasar por determinados pueblos puede que sí o puede que no, hay momentos de silencio, puedes oír cómo te susurra el viento, otros momentos son divertidos y de encuentros con personas de otras culturas, de otros países y encuentro con uno mismo, hay días de sufrimiento, de dolor sobre todo físico, días que no puedes con la mochila, días de superar el miedo a lo desconocido , a la oscuridad, miedo al qué dirán, a la soledad, días y momentos de encuentros con animales que te saludan a tu paso o días de adentrarse en bosques mágicos, días de encuentro con la gente del lugar que te ofrecen todo a cambio de nada y lo mejor ,el encuentro con otros peregrinos que siempre te saludan “buen camino”, que me recuerda tanto a ese saludo de las personas mayores que muy temprano te dice” buenos días”
Al llegar a Santiago es cómo llegar a la meta, lo que sientes es puro agradecimiento, es la satisfacción que lo has conseguido, recuerdo una frase de un peregrino que me dijo una tarde sentada en el albergue “que él no era creyente, pero que cuando entraba a la Catedral de Santiago, se le erizaba la piel y no podía parar de llorar y de agradecer, no sabía a quién pero agradecía, y que siempre que volvía a entrar a esa Catedral, la misma emoción le invadía”
Podría seguir hablando del camino y no parar; estoy segura que otros peregrinos pueden contarte infinidad de anécdotas…pero algo aprendí en el camino y que hoy necesitaba recordar” el camino es como la vida, a veces te pierdes, a veces avanzas y otras te quedas parada sin saber qué hacer, pero el camino siempre te invita llegar a la meta…nunca te dice que sea fácil pero sí te concentras, y sigues luchando y confiando que puedes lograr todo lo que te propongas al final de camino, llegarás agradecida y confiando que el poder de cambiar y de conseguir tus sueños está dentro de ti"…..
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