DOÑA JUANITA (QUINTA PARTE)
Los
recuerdos son interrumpidos por el sonido de un teléfono que le recuerda que en
breve comienza los cultos de su cofradía, de la cofradía que heredada al igual
que las costumbres de su familia.
Vuelve a su realidad, pero hoy, no se encuentra con
esa energía que le da el empuje necesario para seguir viva; los recuerdos de
aquel hombre, vuelven sin querer, mientras su amiga Paquita le cuenta cómo deben ir vestidas hoy para
misa, y lo que le dijo el médico de cabecera, ella sin querer vuelve a
conectarse con aquella tarde de cuaresma cuando volvía de misa….
El
olor azahar estaba en el ambiente, las fachadas de las casas en esos días se
vestían del blanco de la cal, el incienso y el olor a cera quemada hablaba que
se acerca la semana de pasión.
Aquella
tarde iba despacio para su casa, el invierno casi ya había tocado su fin y ella
sin querer este año estaba realmente bien, al cruzar de acera para llegar a casa,
estaba sentado Fernando en una cafetería tomándose un café, él la saludó cortésmente y la invitó a compartir un
buen café y a unos minutos de charla
animada;
Juanita,
se permitió tomarse un té, al fin al cabo no estaba haciendo nada raro, y él ya
era conocido en el pueblo, como uno de los maestros y además se hizo bastante
popular porque en sus horas libres ayudaba a las personas que no sabían leer y
les daba clases gratuitas.
Empezaron
hablar y la conversación se alargo sin querer, cuando se dieron cuenta de la
hora, ya había pasado más de lo normal, y ella no estaba acostumbrada a llegar
tarde a casa y menos estar a estas horas en compañía de un hombre.
Él
probó suerte y le dijo. ¿Le apetece venir conmigo al teatro este sábado?,……..
Ella
nerviosa, acepto la invitación, así que él muy respetoso el sábado a la hora
indicada la recogió para ir ver aquella obra de teatro
Juanita
excitada y nerviosa acudió a la cita y para ella era el comienzo de su historia
de amor……….; para él era el comienzo de una historia que sin previo aviso llegó
a su vida;
A
Fernando le gustaba aquella chica tan formal, le gustaba ver más de lo que
decía con su boca, le atraía mantener
conversaciones con ella de casi todo, menos de una cosa, claro está, de sexo,
esos temas eran prohibidos para los dos, aunque él era ya un hombre
experimentado en cosas de alcobas; ella era casta e inocente aunque ansiosa por
descubrir cómo podía hablar su cuerpo al contacto con otro cuerpo, al
imaginarlo se descubría a ella misma empapada en sudor.
Aquella
tarde-noche el amor les dedico unos minutos, después del teatro, él volvió a
probar suerte y la invitó a casa a ver un álbum de fotos de todas las ciudades
que había visitado y trabajado como maestro.
Ella
se dejo arrastrar por la magia del amor, y él claro está, muy amable y delicado
le anunciaba con la mirada sus intenciones, ella se dejaba convencer por su voz
cálida……
Al
llegar a casa, Fernando encendió un cigarrillo, le ofreció una copa de vino y
al calor de una estufa eléctrica hablaron, hablaron y poco a poco sin previo
aviso nació el amor entre ellos………………..
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