Leyendas de Marineros
Un día me contaron que una pequeña sirena soñaba, no paraba
de soñar con navegar por otros mares,
quería ver el océano, era curiosa, la madre paciente, le contó una pequeña
enseñanza en forma de cuento, un día llegó a este mar un marinero que viajaba desde Oceanía y quiso
ver los secretos del Mar Mediterráneo, a él siempre le contaron leyendas, mitos
y otras historias relacionadas con los Dioses del Olimpo y las sirenas, seres
mitológicos que no creía que existieran y menos que Ulises se dejara encandilar
por una de esta sirenas, pero Mamá las
sirenas sí existimos, somos nosotras, espera hija mía, este marinero estaba
muy cansado , se sentía triste, no le gustaba la vida que había diseñado, no
era esta la que le hubiera gustado vivir, siempre fue un viejo lobo de mar, un
hombre tranquilo, un espíritu libre, pues bien, dicho marinero recién llegado
al Mediterráneo lo increpó, le vocifero al mar pidiéndole que le mostrara los
secretos de esta parte del mundo, el secreto de sus habitantes, de sus sirenas,
de sus mujeres que según decían eran las más bellas por la mezcla de culturas.
Se hartó de increpar una y mil veces al Mar y cuando empezó a reírse de los cuentos de las mil una
noche, apareció una pequeña sirena, le susurró al oído bellas melodías jamás
oídas por aquel marinero valiente, él presumía que solo se había enamorado de
verdad una vez en su vida y que jamás volvería a enamorase y menos aún de una sirena del Mediterráneo, sigue
mamá no pares, espera hija solo he parado para poder hacer uso de mi recuerdo, él presumía de
haber conocido a bellas mujeres a lo largo de su vida, mujeres cálidas, exóticas,
inteligentes, de belleza asiática no le iba a impresionar una sirena de este
mar antiguo.
La sirena cada día al atardecer le venía a visitar no hacía
nada especial tan solo se mostraba tal y como era, bella, dulce, sutil y
tremendamente sensual era tan sensual que el sonido de su voz penetraba en él y el marinero bajaba
la guardia sin querer. Comenzó confesarle secretos de su alma, se sentía cómodo con ella, le
gustaba su risa, soñaba con ella, e incluso empezaba a sentir algo más.
Tocaba fin a los días de su estancia en el aquel pueblo
marinero, tenía que recoger velas y dirigirse a su hogar donde su familia le
esperaba, tocaba despedirse de aquel puerto y de aquellos lugareños que le dieron hospedaje, pan y vino.
Tocaba decirle adiós aquella sirena, tocaba decirle la
verdad que se iba a otros parajes y como destino final a casa. Mamá dime que no se fue, mamá dime que se
quedó aquí, venga, qué pasó con este marinero y la sirena.
El marinero partió hacia otros puertos, hacia otros mares,
partió con el corazón lleno de amor hacia aquella tierra, rebosante de alegría
pero ese sentimiento no lo quería reconocer y le decía a sus amigos marinos que
era solo amistad, solo eso.
Al llegar a casa, a su hogar se encontró con su familia, una
bella postal, la mujer que eligió para ser
la madre de sus hijos, por fin en casa se dijo. Vaya mamá este cuento no me gusta…
Su familia empezó a preguntarle por todo lo que había visto
en sus largas travesías, lo contaba todo, menos lo que no quería que se supiera, su amistad con aquella bella joven del
Mediterráneo, sin querer esta joven se había convertido en una de las personas
más importante de su vida ,cada gesto, en cada palabra era pura magia para este joven
marinero, era una bocanada de vida pero
mamá si eran amigos y además a él le gustaba conversar con ella en aquellas
tardes de invierno cuando no podían salir a faenar al mar, si hija mía pero él se sentía preso de su
vida, de su compromiso y entonces ¿qué pasó?..
La pequeña sirena cada amanecer lanzaba deseos al Universo,
quería enamorarse y ser correspondida y cada atardecer le enviaba buenos
pensamientos a su amigo, el tiempo pasaba y los días pasaron muy rápidos tanto
que se hizo mayor .
Un día llegaron noticias de aquellas tierras lejanas, le
contaron que su marinero cada amanecer
le daba gracias a la vida por aquella amistad y que cada atardecer le envía
buenos pensamientos a su pequeña.
Mamá qué rollo de
historia, pensaba que se iban a reencontrar, bueno hija mía nunca se sabe, los
dos personajes de esta historia siguen vivos, tal vez, el Universo los quiera unir,
el marinero siempre decía que lo mejor está por llegar y la sirena creía en los sueños, en los sueños posibles,
bueno tal vez algún día el marinero vuelva o tal vez la sirena decida conocer
otros mares.
-Sabes mamá, creo que
se encontrarán no sé cuándo ni como pero se volverán a ver, vale hija mía
vámonos a dormir.
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