HADAS URBANAS: PRIMER CAPÍTULO
Zapatos de payaso, corazón de
elefante, manos de ángeles y tacto de oso de peluche, así es Marta, sus alas son invisibles pero es una hada, no es esa típica hada de cuentos, es una
mujer común y corriente, cada día al amanecer ya tiene la casa recogida y la
cafetera oliendo a café recién molido, los pies llenos de tiritas de caminar
con calzado de plástico - petróleo ( eso dice ella), su rutina es bien común,
comida, casa y trabajo; su trabajo es bien útil ya que se dedica a limpiar la
basura que otros dejan en las casas, ordena la vida del resto de la gente pero
su vida siempre la deja para mañana; mañana cuando tenga dinero, mañana cuando
pueda iré de viaje, me compraré unos tenis de esa marca que no sabe pronunciar
y sobre todo cuando le toque la lotería se irá a una isla perdida para
encontrarse, mientras tanto limpia y limpia las casas de las otras mujeres.
Al llegar a casa vuelta a
recoger, hoy puede ver un rato la tele y se quedará dormida mientras oye de fondo
como los cómicos se matan vivos por
criticar a otras sin saber que eso revierte en ellos, Marta lo sabe y esa es la
razón por la que la pone de fondo mientras se echa un rato a dormir en ese sofá
lleno de bultos porque la espuma está a punto de romperse, pero ella lo
tiene muy decente, al menos eso dice su vecina Delfina.
Marta es un hada urbana, en las
ciudades también habitan las hadas no tienen el brillo de las de los bosques,
pero si tienen zapatillas de leopardos para ir a comprar y camisetas con la
palabra love en brillos rosas y verdes, así son las hadas auténticas...
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